30 noviembre, 2010

Un extraño en la Tierra



Me siento, como todos nosotros, un extraño en la Tierra. Este es un mundo absolutamente exquisito, no hay más que mirarlo, tan distinto de nosotros. Hemos adquirido un conocimiento que las otras criaturas no tienen, la conciencia de la muerte, y hemos pagado un precio enorme por ello; sólo hay que ir a cualquier sala de espera de un hospital psiquiátrico para entender el daño que la conciencia nos ha infligido. Se trata de un regalo muy valioso, pero también muy difícil. Un don que nos ha distanciado del mundo, de los animales, lo cual me consterna profundamente. ¿Sabes cómo nos miran los animales? No me refiero sólo a los animales domésticos sino también a los salvajes. Nos miran con perplejidad, y constantemente tratan de comprendernos.

John Banville

ver la entrevista completa de Rodrigo Fresán en Página12.

26 noviembre, 2010

La puerta de entrada


Diana Bellessi

Hay libros que te tocan como un rayo. No son, quizás, el punto máximo de un autor, pero son a veces la puerta de entrada a su obra, o fueron leídos en un momento preciso de la historia o de tu biografía y resuenan para siempre, como el tambor más fino en la memoria de tu cuerpo, o como una melodía que despierta aquellas ansias primeras de lectura, aquella razón por la que amamos leer desde la temprana infancia y nos acompaña todavía: entrar a otros mundos que son este, que son otros, que son un misterio interminable, como entrar a un sueño...
Hay libros de los que uno es protagonista, es la criatura del autor, la hija de Dios. Han sido escritos con la materia de tu inconsciente, han sido escritos para vos. La relación que se sella entonces con ese escritor y con toda su obra, cuando el milagro vuelve a repetirse en sus otros libros, es completamente inexplicable y misteriosa; es arrasadora y dulce y te acompaña toda la vida, como si hubiese sido lo primero que leíste, lo último que leerás. Si ese autor es contemporáneo y está vivo, aunque el pudor y la timidez sean tus rasgos, querés conocerlo, querés llamar a la puerta de su casa para decirle: "vos, me has escrito".
Dicen que es un error, que allí sólo la desilusión te espera, porque nunca encontrarás a tu creador, sino a la persona, pequeña como vos o como cualquiera, haciendo su trabajo. Dicen que es mejor guardar la ilusión en la distancia, porque el diamante es un rasgo de la persona, no la persona entera que se deshace como el reflejo cuando se alza frente a vos. Pero yo puedo desmentirlo, la creatura, crichy, en la traducción de The Word for World is Forest, hizo su largo viaje para hallarla, y nada se derrumbó. Acabo de leer su última novela, Lavinia, y la magia aún me acompaña. Hablo de Úrsula K. Le Guin, y de aquel libro primero donde pisé el umbral de sus dominios, El nombre del mundo es bosque.
Me gusta pensar que cada autor tiene una legión de lectores, pero que a veces, uno de ellos se cree único; me gusta pensar como una niña porque sólo de esa manera soy una lectora apasionada, perdida de mí y hallada en las páginas que leo, in the wood of words where is the world...

Diana Bellessi

16 noviembre, 2010

Ese encuentro incesante con las carencias




Y aunque deseo fuese también una vaga definición de fuerzas incomprensibles, se lo sentía presente y activo, presente en cada error y también en cada salto adelante, eso era ser hombre, no ya un cuerpo y un alma sino esa totalidad inseparable, ese encuentro incesante con las carencias, con todo lo que le habían robado al poeta, la nostalgia vehemente de un territorio donde la vida pudiera balbucearse desde otras brújulas y otros nombres.

Julio Cortázar
Rayuela