19 septiembre, 2012

Estar al lado



 Luca Finotti

("Sobre el sentimiento de soledad") "...Melanie Klein...dice: "Por sentimiento de soledad no me refiero a la situación objetiva de verse privado de compañía externa, sino a la sensación interna de soledad -miren qué poco se ha retomado esto siendo un tema tan definitorio para nuestra práctica-, a la sensación de estar solo, sean cuales fueren las circunstancias externas, de sentirse solo incluso cuando se está rodeado de amigos o se recibe afecto. Este estado de soledad interna, como intento demostrar, es producto de un anhelo omnipresente de un inalcanzable estado interno perfecto." Esto que está afirmando es absolutamente extraordinario. En primer lugar, está dando cuenta de un sentimiento de soledad irreductible a la presencia del otro, donde el otro, más que acompañar, está al lado."

Silvia Bleichmar
La construcción del sujeto ético

*extraído del facebook dedicado a la autora aquí

15 septiembre, 2012

No esperar demasiado

Maridos y mujeres (Husbands and wives, Woody Allen - 1992)


Gabe: ¿Qué pasó después de la luna de miel? ¿Aumentó el deseo o la familiaridad hizo que la pareja buscara otros amantes? ¿Era la noción de un romance en permanente profundización un mito igual al del orgasmo simultáneo? La única vez que Rifkin y su esposa experimentaron uno fue cuando les concedieron el divorcio. Es posible que en definitiva la idea sea no esperar demasiado de la vida.



 Jack (Sydney Pollack), Gabe (Woody Allen) y Sally (Judy Davis)


13 septiembre, 2012

El tibio instante

SOGNO

Ride ancora il tuo corpo all'acuta carezza
della mano o dell'aria, e ritrova nell'aria
qualche volta altri corpi? Ne ritornano tanti
da un tremore dei sangue, da un nulla. Anche il corpo
che si stese al tuo fianco, ti ricerca in quel nulla.

Era un gioco leggero pensare che un giorno
la carezza dell'aria sarebbe riemersa
improvviso ricordo nel nulla. Il tuo corpo
si sarebbe svegliato un mattino, amoroso
del suo stesso tepore, sotto l'alba deserta.
Un acuto ricordo ti avrebbe percorsa
e un acuto sorriso. Quell'alba non torna?

Si sarebbe premuta al tuo corpo nell'aria
quella fresca carezza, nell'intimo sangue,
e tu avresti saputo che il tiepido istante
rispondeva nell'alba a un tremore diverso,
un tremore dal nulla. L'avresti saputo
come un giorno lontano sapevi che un corpo
era steso al tuo fianco.
Dormivi leggera
sotto un'aria ridente di labili corpi,
amorosa di un nulla. E l'acuto sorriso
ti percorse sbarrandoti gli occhi stupiti.
Non è piú ritornata, dal nulla, quell'alba?

 

Cesare Pavese
Pablo

 
SUEÑO

¿Aún ríe tu cuerpo con la intensa caricia
de la mano o del aire y en ocasiones reencuentra
en el aire otros cuerpos? Muchos de ellos retornan
con un temblor de la sangre, con una nada. También
     el cuerpo
que se tendió a tu flanco te busca en esta nada.

Era un juego liviano pensar que un día
la caricia del alba emergería de nuevo
cual inesperado recuerdo en la nada. Tu cuerpo
despertaría una mañana, enamorado
de su propia tibieza, bajo el alba desierta.
Un intenso recuerdo te atravesaría
y una intensa sonrisa. ¿No regresa aquel alba?

Aquella fresca caricia se habría apretado a tu cuerpo
en el aire, en la íntima sangre,
y habrías sabido que el tibio instante
respondía en el alba a un temblor distinto,
un temblor de la nada. Lo habrías sabido
igual que, un día lejano, supiste que un cuerpo
se tendía a tu lado.
  Dormías con ligereza
bajo un aire risueño de efímeros cuerpos,
enamorada de una nada. Y la intensa sonrisa
te atravesó abriéndote los ojos asombrados.
¿Nunca más regresó, de la nada, aquel alba?


Cesare Pavese

09 septiembre, 2012

Magnífica presencia

Luca (Andrea Bosca) y Pietro (Elio Germano)
Magnifica Presenza (Ferzan Ozpetek, 2012)


Fantasma de Luca: Perdón, perdón, no quería despertarte. Sólo miraba mientras dormías. Pensé que no te darías cuenta. ¿Sabés que cuando dormís tenés una luz... especial? Si fuera un pintor te haría un retrato, pero... lamentablemente sólo escribo. Quedate así, no despiertes. Mientras dormís sos mi secreto. Despierto serás real, y de todos.

06 septiembre, 2012

De moscas y avispas

   Mosca avispa

 Una mañana me quedé en casa fingiendo dolor de cabeza y vi por la tele un documental sobre insectos imitadores.
    En no sé qué parte de los trópicos vive una mosca que imita a las avispas. Tiene cuatro alas, como todas las de su especie, pero las superpone de manera que parecen dos. Tiene el abdomen de rayas amarillas y negras, antenas, los ojos saltones y un aguijón de mentira. No hace nada, es buena. Pero, vestida como una avispa, infunde miedo a aves, lagartos y hasta a seres humanos. Entra tranquilamente en los avisperos, uno de los lugares más peligrosos y vigilados del mundo, y nadie la reconoce.
Me había equivocado en todo.
Ya sabía lo que tenía que hacer.
Imitar a los más peligrosos.
Empecé a vestir como vestían los otros, con zapatillas de deporte Adidas, vaqueros con rotos, sudadera negra con capucha. Me peinaba sin raya y me dejé el pelo largo. Quise también ponerme un pendiente, pero mi madre no lo permitió. En cambio, por Navidad me regalaron una moto, la más común.
Caminaba como ellos, abriendo las piernas. Arrojaba la mochila al suelo, le daba patadas.
Los imitaba, pero con discreción. De la imitación a la caricatura hay un paso.
En clase fingía prestar atención, pero en realidad pensaba en mis cosas, me inventaba historias de ciencia ficción. Iba incluso a gimnasia, les reía las gracias a los otros, gastaba bromas tontas a las chicas. Un par de veces les contesté a los profesores de mala manera. Y entregué un control en blanco.
La mosca se integró perfectamente en la sociedad de las avispas y logró engañar a todos. Creían que era uno de ellos. Que era como hay que ser.
A mis padres les contaba que en la escuela todos decían que era simpático e inventaba historias entretenidas que me habían ocurrido.
Pero cuanto más representaba la farsa, más diferente me sentía. El abismo que me separaba de los otros se ahondaba más y más. Cuando estaba solo era feliz, con los otros debía actuar.
Esto, a veces, me horrorizaba. ¿Tendría que imitarlos toda la vida?
Era como si, en mi fuero interno, la mosca me dijera la verdad. Que los amigos enseguida nos olvidan, que las chicas son malas y se ríen de nosotros, que el mundo de fuera no es más que lucha y violencia.
Una noche tuve una pesadilla de la que desperté gritando. Soñé que la camiseta y los vaqueros eran mi piel y las Adidas mis pies. Y que debajo de la chaqueta, que era dura como un exoesqueleto, se agitaban cien patitas de insecto.
Todo fue más o menos bien hasta una mañana en que, por un instante, deseé no ser una mosca disfrazada de avispa, sino una avispa de verdad. 


Niccoló Ammaniti

Tu y yo