31 agosto, 2013

Capitalismo

Detroit Photograph Company Street Mulberry entrada al barrio pequeña Italia
en Manhattan Nueva York (ca. 1900)


En el centro de la disertación estaba la crítica al capitalismo, considerado un sistema complejo, con gran capacidad de expansión y de renovación técnica. Sin entrar en la descripción sentimental de las desigualdades sociales, el Manifiesto definía el capitalismo como un organismo vivo que se reproducía sin cesar, un mutante darwiniano, «ya no un fantasma», alegaba con ironía, «más bien un alien» que en su transformación tecnológica anunciaba el advenimiento de formas culturales que ni siquiera respetaban las normas de la sociedad que las había producido.
La producción capitalista es ante todo expansión de nuevas relaciones sociales capitalistas. Por lo tanto, es imposible que este sistema mejore o se reforme ya que sólo busca reproducir la relación capitalista renovada y a escala ampliada. Los mercados financieros colapsan, las economías estallan como burbujas de aire y ése es el modo en que el capital crece. Analizaba el fracaso de la URSS y sus satélites y la dominación del capital en China y en los viejos territorios coloniales de Oriente como una nueva etapa del avance del capitalismo en busca de espacios vacíos. Esa expansión territorial (que los medios llaman La caída del muro) liberó nuevas energías y permitió una mutación científica y tecnológica sorprendente: inmensas regiones se abrieron, un ejército de consumidores y de mano de obra de reserva fue puesto a disposición del mercado.
El capitalismo, en su expansión tecnológica, no se detiene ante ningún límite: ni biológico, ni ético, ni económico, ni social. El desarrollo ha sido de tal magnitud que ha afectado radicalmente las certidumbres emocionales y hoy la sociedad enfrenta su última frontera: su borde –su no man’s land- lo que Recycler llamaba “la frontera psíquica”. 

Ricardo Piglia
El camino de Ida

16 agosto, 2013

Porque te dicen poeta


EL POETA

Tú piensas que eres distinto,
porque te dicen poeta
y tienes un mundo aparte,
más allá de las estrellas

 De tanto mirar la luna,
 ya nada sabes mirar;
 eres como un pobre ciego,
 que no sabe a dónde va.

 Vete a mirar los mineros;
 los hombres en el trigal
 y cántale a los que luchan
 por un pedazo de pan.

Poeta de tiernas rimas:
vete a vivir a la selva
y aprenderás muchas cosas
del hachero y sus miserias.

 De tanto mirar la luna
 ya nada sabes mirar:
 eres como un pobre ciego,
 que no sabe a dónde va.

 Vete a mirar los mineros
 los hombres en el trigal
 y cántale a los que luchan
 por un pedazo de pan.

Vive junto con el pueblo;
no lo mires desde afuera;
que lo primero es ser hombre
y lo segundo, poeta

 De tanto mirar la luna
 ya nada sabes mirar:
 eres como un pobre ciego,
 que no sabe a dónde va.
 Vete a mirar los mineros
 los hombres en el trigal
 y cántale a los que luchan
 por un pedazo de pan.

Atahualpa Yupanqui

05 agosto, 2013

Hermosos efímeros momentos


 Chris Rock (Mingus) y July Delpy (Marion)
2 Days in New York (July Delpy, 2012)

Marion: Si vives tu vida con una persona solamente, un día se irá o tú te irás. Y uno de los dos quedará en el frío mundo. La familia en la cual nacimos con el tiempo se desvanecerá. Para entonces habrás creado tu propia familia si tienes suerte. Primero tienes que elegir la persona con la cual vas a construir tu familia y aferrarte a ella tanto como te sea posible. ¿Cuántos intentos podrás hacer antes de quedar eliminado? Cuando murió mi madre, unas pocas horas antes del final, me miró a los ojos con la expresión de una niña pequeña que no sabía lo que le estaba pasando. Lo mismo pasó cuando Lulu nació. Algo totalmente puro. De modo que creo que uno madura todo lo que puede. Al final, en la médula, seguimos siendo los mismos. Pero antes de ese triste final que nos aguarda a todos, quizás podamos compartir hermosos efímeros momentos con las personas que amamos.

01 agosto, 2013

Ardor


Bruce Davidson - Brooklyn Gang

Era como un ardor interno en la boca del estómago, que subía hacia el esternón, una tensión inmóvil y dolorosa de todo el ser, como cuando de un momento a otro puede suceder algo espantoso y permanecemos arqueados con el espasmo, la angustia, el ansia, la humillación, la necesidad desesperada, la debilidad, el deseo, la enfermedad, mezclados todos juntos formando un bloque, un sufrimiento total y compacto. Y comprender que se trataba de un asunto ridículo, insensato y ruinoso, de la clásica trampa en la que caían los paletos de provincias, que cualquiera lo habría considerado un imbécil y, por esa razón, de nadie podía esperar consuelo, ayuda ni piedad: el consuelo y la ayuda sólo podían proceder de ella, pero a ella la traía sin cuidado, no por maldad o gusto de hacer sufrir, sino porque para ella él era un cliente cualquiera; por lo demás, ¿cómo iba a saber Laide que Antonio estaba enamorado? No podía pasársele siquiera por la cabeza, un hombre de un ambiente tan distinto, un hombre de casi cincuenta años. ¿Y los otros? ¿Su madre? ¿Los amigos? ¡Ay, si lo hubieran sabido! Y, sin embargo, también con cincuenta años se puede ser como un niño, igual de débil, aturdido y asustado como un niño que se ha perdido en la obscuridad de la selva. La inquietud, la sed, el miedo, el desconcierto, los celos, la impaciencia, la desesperación: ¡el amor!

Dino Buzzati
Un amor