29 junio, 2007

Océano Mar (8)

Ilya Repin - Sadko en el reino submarino (1876)


La única persona que realmente me ha enseñado algo, un viejo que se llamaba Darrel, decía siempre que hay tres tipos de hombres: los que viven delante del mar, los que se adentran en el mar, y los que, del mar, consiguen regresar vivos. Y decía: verás qué sorpresa cuando descubras cuáles son los más felices.

Alessandro Baricco
Océano Mar

27 junio, 2007

Pequeño



Beautiful Boy (Darling Boy)

Close your eyes,
Have no fear,
The monsters gone,
He's on the run and your daddy's here

Beautiful,
Beautiful, beautiful,
Beautiful Boy

Before you go to sleep,
Say a little prayer,
Every day in every way
It's getting better and better

Beautiful,
Beautiful, beautiful,
Beautiful Boy

Out on the ocean sailing away,
I can hardly wait
To see you to come of age
But I guess we'll both
Just have to be patient
Yes it's a long way to go,
But in the meantime,

Before you cross the street,
Take my hand
Life is just what happens to you,
While your busy making other plans,

Beautiful,
Beautiful, beautiful,
Beautiful Boy,
Darling,
Darling,
Darling Sean.

John Lennon


24 junio, 2007

Nieblas

Niebla en Buenos Aires - Reuter

No Hay Puertas

Con arenas ardientes que labran una cifra de fuego sobre el tiempo,
con una ley salvaje de animales que acechan el peligro desde su madriguera,
con el vértigo de mirar hacia arriba,
con tu amor que se enciende de pronto como una lámpara en medio de la noche,
con pequeños fragmentos de un mundo consagrado para la idolatría,
con la dulzura de dormir con toda tu piel cubriéndome el costado del miedo,
a la sombra del ocio que abría tiernamente un abanico de praderas celestes,
hiciste día a día la soledad que tengo.
Mi soledad está hecha de ti.
Lleva tu nombre en su versión de piedra,
en un silencio tenso donde pueden sonar todas las melodías del infierno;
camina junto a mí con tu paso vacío,
y tiene, como tú, esa mirada de mirar que me voy más lejos cada vez,
hasta un fulgor de ayer que se disuelve en lágrimas, en nunca.
La dejaste a mis puertas como quien abandona la heredera
de un reino del que nadie sale y al que jamás se vuelve.
Y creció por sí sola,
alimentándose con esas hierbas que crecen en los bordes del recuerdo
y que en las noches de tormenta producen espejismos misteriosos,
escenas con que las fiebres alimentan sus mejores hogueras.
La he visto así poblar las alamedas con los enmascarados que inmolan al amor
-personajes de un mármol invencible, ciego y absorto como la distancia-,
o desplegar en medio de una sala esa lluvia que cae junto al mar,
lejos, en otra parte,
donde estarás llenando el cuenco de unos años con un agua de olvido.
Algunas veces sopla sobre mí con el viento del sur
un canto huracanado que se quiebra de pronto en un gemido
en la garganta rota de la dicha,
o trata de borrar con un trozo de esperanza raída
ese adiós que escribiste con sangre de mis sueños en todos los cristales
para que hiera todo cuanto miro.
Mi soledad es todo cuanto tengo de ti.
Aúlla con tu voz en todos los rincones.
Cuando la nombro con tu nombre
crece como una llaga en las tinieblas.
Y un atardecer levantó frente a mí
esa copa del cielo que tenía un color de álamos mojados
y en la que hemos bebido el vino de la eternidad de cada día,
y la rompió sin saber, para abrirse las venas,
para que tú nacieras como un dios de su espléndido duelo.
Y no pudo morir
y su mirada era la de una loca.
Entonces se abrió un muro
y entraste en este cuarto con una habitación que no tiene salidas
y en la que estás sentado, contemplándome, en otra soledad
semejante a mi vida.

Olga Orozco
de Los juegos peligrosos - 1962

20 junio, 2007

Natura

Henri Rousseau - El Sueño

Pero, ¡cuán impensable, cuán miope en todo caso aspirar a una cancelación de la cultura! Sólo quedaría el estado de naturaleza, que es mucho más difícil de soportar. Es verdad que la naturaleza no nos exigía limitar en nada nuestras pulsiones, las consentía; pero tiene su modo, particularmente eficaz, de limitarnos: nos mata, a nuestro parecer de una manera fría, cruel y despiadada, y acaso a raíz de las mismas ocasiones de nuestra satisfacción. Justamente por esos peligros con que la naturaleza nos amenaza nos hemos aliado y creado la cultura, que, entre otras cosas, también debe posibilitarnos la convivencia. Y por cierto la principal tarea de la cultura, su genuina razón de existir, es protegernos de la naturaleza.

Sigmund Freud
El Porvenir de Una Ilusión (1927)

18 junio, 2007

Elaborar


Hay cosas que dejan secuelas psicológicas, pero las que enriquecen verdaderamente son de otro tipo. Yo estoy seguro de que a los astronautas, cuando llegan a la Luna, no les pasa nada. Cuando ocurren cosas fuertes, inesperadas, violentas, uno queda sin reacción. A mi me ha pasado; cosas que tendría que sentir - tanto agradables como desagradables - y por las que no siento absolutamente nada. Simulo todo, por supuesto, alegría y pena... Con el tiempo, uno elabora las cosas y la emoción aparece, pero después, en otro momento.

Juan José Saer

14 junio, 2007

¿Bailamos?


Cuenta Conmigo

Cuenta conmigo
por si tuvieras que encontrar algún motivo
si necesitas algo más que conformarte
si se te ocurre por ejemplo enamorarte
aqui me tienes,
siempre dispuesto
a ver el mundo como tú ni lo imaginas
y si me quieres ver feliz y no te animas
cierra los ojos al aroma de una rosa
mientras mi alma
¡ te cuenta cosas !...

Cosas que nunca te dijeron hasta ahora
si eres consciente de la gente que te adora
de ser un poco la razón de esta canción...
Y si resulta
que no resulta mi sistema de quererte
cuenta conmigo nada más que para verte
y si tuvieras que dejarme,
no te ocupes:
yo me podría acomodar sin molestarte
en un rincón donde puedieras acordarte
que cuando el tiempo haya pasado y tengas ganas
en esas ganas
¡ me encontrarás !

Letra de Chico Novarro
Musica de Raúl Parentella

Anoche lo escuché por el genio de Luis Salinas
y quedé como flotando en el aire.


09 junio, 2007

Felicidad


Jápines

Para Hernán
Y nunca quise hablarte de nidos de amor,

sino de trincheras.

Nos quedamos hasta más tarde para ver el acuario.
Cuando hay mucha gente los peces se esconden.
Ahora somos dos y ellos salen de entre las plantas:
miran cómo los miramos,
se arrebujan,
se contonean en torno del playmovil con escafandra,
mueven las colas como foxterrieres.
Yo tengo una gargantilla con púas.
Vos unos anteojos de cantante ciego.
Esas cosas deben darle miedo a los peces,
porque sus ojos se vuelven más redondos
y sus boquitas parecen soltar órdigas y repámpanos.
A veces, entre mirada y mirada
- cuando vos me das tus ojos y yo los míos -,
notamos que quisiéramos ser como los peces:
tener la cara así, achatada de apoyarse contra los cristales,
y en la panza un sinfín de colores alineados, todos en degradé.
Nosotros tenemos estas manos que a ellos les faltan:
a menudo las usamos para tocarnos.
Eso es algo que nos conforma.

Nos quedamos hasta más tarde, entre las barreduras,
orando en un lenguaje de agallas y opérculos,
tu mano al trasluz de la pecera,
mi mano sobre el agua, acariciándola.
Absortos ya los dos en el confín del tacto,
los peces suben a besarnos.

(No sabemos si somos el trasluz,
el agua, los peces, o mismamente la caricia.
Si somos esperanto o volapuk del amor.
Si somos de alguna jeringoza el badajo.)

Y los peces suben a besarnos.
Rendido,
tu sueño es un panorama de enmalles y espineles.
Así te guardo en el cuenco de los ojos:
embobado
miniatura
huerfanito de convento
combadas las líneas de tu cara.
Así te guardo, príncipe color de carne,
heredero de nadie,
sucesor de nada,
en cápsula de besos escamados,
te guardo.

Y los peces suben en una espiral de burbujas.
Seltz de pecera.
Soy un reflejo escarchado en el vidrio.
Me llamás esturión o lamprea,
dorado o rana pescadora.
A veces me llamás con un chapoteo corto:
yo acudo de Báltico o de China,
estampillado vengo, pez volador,
rodaballo, velamen, sardineta.
A cuantos fueran mis nombres,
acudo.

Nos quedamos hasta más tarde para ver el acuario.
Ahora somos dos,
y el silencio es el último surco de un tocadiscos muerto.
Los peces salen de entre las plantas. Se arrebujan.
Tu idioma es la contradicción entre el cuerpo y la palabra.
Mudo y sin mentís te removés en brincos y croles.
El mundo es tu pecera.
Dejé mi corazón en el desove.

No te dije que la felicidad era esto:
cargar el dolor en la complicidad de las simetrías.


04 junio, 2007

Felices juntos


Las dos de la madrugada. Las ratas roen en los cubos de basura los restos de un día muerto: la ciudad pertenece a los fantasmas, a los asesinos, a los sonámbulos. ¿Dónde estás tú, en qué cama, en qué sueño? Si tropezara contigo, pasarías sin verme, pues no somos percibidos por nuestros sueños. No tengo hambre: no consigo digerir mi vida esta noche. Estoy cansada: anduve toda la noche para escapar de tu recuerdo. No tengo sueño: ni siquiera siento apetito de la muerte. Sentada en un banco, embrutecida a pesar mío por la llegada de la mañana, dejo de recordar que trato de olvidarte.
Cierro los ojos...
Los ladrones sólo desean nuestras sortijas; los amantes, la carne; los predicadores, nuestras almas; los asesinos, la vida. Pueden quitarme la mía: los desafío a que cambien algo en ella. Echo hacia atrás la cabeza para sentir por encima de mí el murmullo de las hojas... Estoy en el bosque, en un campo... Es la hora en que el Tiempo se disfraza de barrendero y Dios tal vez de trapero.
Él, el avaro, el testarudo; él, que no consiente ver perderse una perla entre el montón de conchas de ostras a las puertas de las tabernas. Padre nuestro que estás en los cielos... ¿Veré yo venir alguna vez a un hombre viejo, con un abrigo pardo, con los pies llenos de barro por haber atravesado Dios sabe que río para reunirse conmigo? Se dejaría caer en el banco, apretando en un puño cerrado un valioso regalo que bastaría para cambiarlo todo. Separaría los dedos lentamente, uno tras otro, con prudencia, pues el regalo podría echarse a volar... ¿Qué llevaría en su mano? ¿Un pájaro, una semilla, un cuchillo, una llave para abrir la lata de conserva del corazón?

Marguerite Yourcenar
Fuegos




Lai Yiu-Fai: Finalmente llegué a Iguazú... De repente pienso en Ho Po Wing... Me siento muy triste... Creo que deberíamos ser dos aquí parados...




01 junio, 2007

Océano Mar (7)

Edgarspain

Ann Deveriá la miró... pero con una mirada para la cual mirar es ya una palabra demasiado fuerte... mirada maravillosa que es ver sin preguntarse nada, ver y no más... algo como dos cosas que se tocan... los ojos y la imagen... una mirada que no toma sino que recibe, en el silencio más absoluto de la mente, la única mirada que de verdad podría... salvarnos... virgen de cualquier pregunta, no desfigurada aún por el vicio del saber... pura inocencia que podría evitar las heridas de las cosas cuando desde afuera entran en el círculo de nuestro sentir... ver... sentir... porque no sería otra cosa que un maravilloso estar enfrente, nosotros y las cosas, y en los ojos... recibir... el mundo todo recibir sin preguntas, incluso sin asombro recibir solamente... recibir... en los ojos... el mundo. Solamente los ojos de las madonas, bajo las bóvedas de las iglesias, saben ver de esta manera al ángel que bajó desde cielos de oro en la hora de la Anunciación.

Alessandro Baricco
Océano Mar