20 marzo, 2019

Fuegos gratamente extintos



George Grosz - Pareja (1930)

La natación sigue siendo agradable y refrescante, pero este año tenemos un verano de verdad, así que después de las once el estanque ya está repleto. Madrugar -sin embargo- no me resulta un problema, excepto esos fines de semana en que Anne decide que me va a acompañar pero empieza a dar mil vueltas hasta que yo quedo al borde del estallido. Pero desde luego ya no exploto -es uno de esos fuegos que tengo gratamente extintos-, y además hace cuarenta años que nos tratamos con suma delicadeza, respetando una amabilidad mutua, intentando preservar la ternura —y jamás a fuerza de hipocresía, sino de amor, conscientes de la suerte que supone habernos encontrado-. Así que el domingo fuimos al Estanque Mixto, me separé de Anne en el muelle, entré al agua y me olvidé de ella. Pero cuando estaba volviendo, de espaldas como siempre, choqué sin darme cuenta contra un salvavidas, y ahí estaba ella, con esa sonrisa radiante: cuarenta años juntos y el corazón todavía se me acelera de felicidad al verla. 

Al Alvarez
En el estanque (Diario de un nadador)
 

18 marzo, 2019

La última escena




Stéphane Rideau y Gaël Morel en 
Les roseaux sauvages (André Techine, 1994)


Le hubiera gustado que la última escena, esa que pasa frente a los ojos justo antes de cerrarlos para siempre, fuera aquella en la que Ángel y él salen del pueblo en la moto, en el medio de la noche con el acelerador al taco. Apenas dejan atrás los árboles de la rotonda, las luces pobres del último pool, la fila de los camiones estacionados frente a las desmotadoras, Ángel pega el pecho a su espalda y le rodea la cintura con los brazos, siente su mentón sobre el hombro, los chorritos de respiración tibia contra la oreja. Esa escena que ha sido la misma muchas veces en los últimos meses y, al mismo tiempo, siempre es distinta, siempre nueva.

Selva Almada

Ladrilleros