10 julio, 2006
Webeando (1)
Qian li zou dan qi , Zhang Yimou (2005) Trailer del film
Hasta hoy
Muy bien. He aquí lo que he visto hasta hoy: Cuerpos convertidos en bastiones de "lo-mío-que-jamás-será-lo-tuyo-ni-lo-nuestro".
Miedo incontrolable. Miedo ciego... a abrir la puerta y dejarnos ver, unos a otros, que estamos desnudos.
Procesiones incontables corriendo atrás del amor ideal, un fantasma que siempre se disuelve, siempre, al dar la vuelta a la esquina.
Inventos infructuosos, de cualquier tenor y alcance, para convencernos de que la felicidad pueda ser alguna otra cosa que entregarse a los demás.
Reglas, dictámenes, teorías y credos inútiles (porque no le dan cabida al alma, bendita en su repulsión a los encierros; porque son el Olimpo de los necios que creen llegar a alguna parte enviando al amor al destierro por ser indefinible).
Multitudes de hipócritas apedreando a los que muestran sus manos vacías.
Pesimistas sin ningún motivo.
Optimistas sin ningún motivo.
Lo-que-sea-istas subidos al carro de turno.
La desconfianza. Alimentada de saber que el otro esconde en sí los mismos monstruos.
El odio. Nacido de no reconocer los monstruos en nosotros mismos.
La máquina de forjar hombres a imagen y semejanza de un dios perverso, vengativo e ignorante.
Separación, separación por todas partes: esto no es aquello, no es lo otro, ni lo de más allá (y el doloroso precio de la soledad).
Los muertos echando tierra estéril sobre la divina semilla de la infancia en las escuelas.
La mirada impotente y mezquina de los padres que se proclaman dueños de los Hijos de la Vida, (¡la Vida!, ¡que jamás espera nada de nadie!).
Los que quieren que todo quede como está, saqueando con gritos, balas de vergüenza, los dones de la juventud.
¡Un océano tan vasto como el dolor cuando todo podría ser tan distinto!
He visto también, los que no ceden: buscando a tientas; aferrándose (o soltándose) al centro de las mareas cambiantes, dejando un tenue rastro del perfume inconfundible en los vientos furiosos. Librando cada día la batalla más difícil, la única noble, la de adentro. Borrando con su propia sangre los dictados negros (propios y ajenos). Equivocándose. Equivocándose y volviendo a empezar. Dudando de su fuerza, pero ofreciendo el pecho, sabiendo que está todo por hacer, y que tendría que ser hecho cada vez por cada uno. Templando su coraje en la negrura más espesa de la noche.
Fuente: Rama
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2 comentarios:
recien hoy (12 de octubre) vi mi space y leí tu mensaje contandome que habias puesto en tu blog el texto Hasta Hoy-
te mando un abrazo, me alegra saber que alguien lo entendió-
abrazo,
Rama
mejor tarde que nunca.
saludos y gracias.
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