31 mayo, 2007

Calma


Henri Cartier-Bresson
Domingo en la ribera del Marne (1938)


Paseo en el Río

El claro viento -¿qué es?
Algo para amar, no para ser nombrado.
Pasa como un príncipe
Entre los elogios de los árboles.
Dejemos que la barca nos conduzca
¡Vamos a ninguna parte!
Tendido boca arriba, saludo
A la brisa que anda por ahí,
Bebo a la salud del espacio.
Ni ella ni él piensan en mí
-Qué bueno: yo tampoco. Anochece:
Nubes brillantes sobre aguas luminosas.

Su Tung-P'O
(Versión de Octavio Paz)

26 mayo, 2007

Esos seres alados (4)

R.E.M. - Everybody Hurts





When the day is long and the night, the night is yours alone,
When you're sure you've had enough of this life, well hang on
Don't let yourself go, 'cause everybody cries and everybody hurts sometimes

Sometimes everything is wrong. Now it's time to sing along
When your day is night alone, (hold on, hold on)
If you feel like letting go, (hold on)
When you think you've had too much of this life, well hang on

'Cause everybody hurts. Take comfort in your friends
Everybody hurts. Don't throw your hand. Oh, no. Don't throw your hand
If you feel like you're alone, no, no, no, you are not alone

If you're on your own in this life, the days and nights are long,
When you think you've had too much of this life to hang on

Well, everybody hurts sometimes,
Everybody cries. And everybody hurts sometimes
And everybody hurts sometimes. So, hold on, hold on
Hold on, hold on, hold on, hold on, hold on, hold on
Everybody hurts. You are not alone

23 mayo, 2007

Tantalizing


Robert ParkeHarrison - Tree Sonata


Los sentimientos que más duelen, las emociones que más acucian, son los que resultan absurdos – el ansia de cosas imposibles, precisamente porque son imposibles, la nostalgia de lo que nunca hubo, el deseo de lo que podría haber sido, la pena de no ser otro, la insatisfacción de la existencia del mundo. Todos estos medios tonos de la conciencia del alma crean en nosotros un paisaje dolorido, un eterno poniente de lo que somos. El que podamos sentirnos es entonces un campo desierto que oscurece, triste de juncos a orillas de un río sin barcos, devorado claramente por una sola sombra, entre orillas distanciadas.
No sé si estos sentimientos son una locura lenta del desconsuelo, si son reminiscencias de algún otro mundo en que habríamos estado – reminiscencias cruzadas y mezcladas, como cosas vistas en sueños, absurdas en la figura que vemos pero no en su origen, si lo supiésemos. No sé si hubo otros seres que fuimos, cuya plenitud sentimos hoy, en la sombra que de ellos somos, de una manera incompleta – perdida la solidez y concibiéndola nosotros mal en las dos exclusivas dimensiones de la sombra en que vivimos.
Sé que estos pensamientos de la emoción duelen con rabia en el alma. La imposibilidad de figurarnos una cosa a la que correspondan, la imposibilidad de encontrar algo que sustituya eso a lo que se abrazan en visión – todo esto pesa como una condena dictada no se sabe dónde, o por quién, o por qué. Pero lo que nos queda de sentir todo esto es con seguridad un disgusto de la vida y de todos sus gestos, un cansancio anticipado de los deseos y de todos sus modos, un disgusto anónimo de todos los sentimientos. En estas horas de pena sutil, se nos hace imposible, hasta en sueño, ser amante, ser héroe, ser feliz. Todo está vacío, hasta en la idea de lo que es. Todo eso está dicho en otro lenguaje para nosotros incomprensible, meros sonidos de sílabas sin forma en el entendimiento. La vida es hueca, el alma es hueca, el mundo es hueco. Todos los dioses mueren de una muerte mayor que la muerte. Todo está más vacío que lo vacuo. Todo es un caótico amontonamiento de nada.
Si pienso esto y miro, para ver si la realidad apacigua mi sed, veo casas inexpresivas, caras inexpresivas, gestos inexpresivos. Piedras, cuerpos, ideales -- todo está muerto.
Todos los movimientos son parajes, el mismo paraje todos ellos. Nada me dice nada. Nada me es conocido, no porque me extrañe sino porque no sé qué es. Se perdió el mundo. Y en el fondo de mi alma – como única realidad de este momento – hay una pena intensa e invisible, una tristeza que es como el sonido de quien llora en una habitación oscura.

Fernando Pessoa
Libro del Desasosiego
No.196

22 mayo, 2007

Resistiré

Miguel Hernández en la cárcel (1939)

El Herido

II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo,
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

Miguel Hernández

18 mayo, 2007

Azuledades

Sebastián Spreng - El Angel

El azul no hace ruido

Es un color tímido, sin doble intención, presagio ni proyecto, que no se arroja bruscamente a la mirada como el amarillo o el rojo, sino que la atrae, la domestica poco a poco, le permite acercarse sin apremiarla, de modo que se sumerge en él, se encueguece y se ahoga sin darse cuenta. El azul es un color propicio a la desaparición. Un color donde morir, un color que libera, el color mismo del alma después de haberse desembarazado del cuerpo, después de haber salpicado toda la sangre y las visceras haberse vaciado, todas las entrañas, y el mobiliario de sus pensamientos haberse mudado para siempre. Indefinidamente, el azul se evade.
En realidad no es un color. Más bien una tonalidad, un clima, una resonancia especial del aire. Un amontonamiento de claridad, un tinte que nace del vacío agregado al vacío, tan cambiante y transparente en la cabeza del hombre como en el firmamento.
El aire que respiramos, la aparencia de vacío sobre la cual se agitan nuestras figuras, el espacio que atravesamos, no son otra cosa que ese azul terrestre, invisible, tan cerca está y se funde con nosotros, vistiendo nuestros gestos y nuestras voces. Presente aún en la recámara, todos los postigos cerrados y todas la lámparas apagadas, insensible atuendo de nuestra vida.



Jean-Michel Maulpoix
extracto de Une histoire de bleu
(Traducido por Ignacio de la Serna)

15 mayo, 2007

Amigos (7)

Hefestión

He visto la paz y la guerra, he visto la miseria y la grandeza, te he visto cobarde y me he visto a mí mismo vanidoso, he visto la confrontación y el acuerdo. Pero en el fondo, quizás el último significado de nuestra vida haya sido esto: el lazo que nos mantuvo unidos a alguien, el lazo o la pasión, llámalo como quieras.

Sandor Marai
El último encuentro

10 mayo, 2007

Ah, el amor (8)


Rene Magritte - La reproduction interdite (1937)


Yo os amé: el amor no se ha extinguido
por entero en el alma todavía,
mas no temáis que vuelva a importunaros
ni que por causa alguna os aflija.
Yo os amé sin palabras ni esperanza,
presa de celos y de timidez;
os amé tan sincera y tiernamente

como Dios quiera os vuelvan a querer.

Alexander Pushkin

07 mayo, 2007

Paisaje interior


Isla de Grótta , Seltjarnarnes, Islandia - Maria Roff

Es extraño recordar cómo fue todo al principio, porque cuando pienso en los dos años que pasamos en las Cottages, aquel aturdido y asustado comienzo no parece casar bien con todo lo demás. Si alguien menciona hoy las Cottages, lo que me viene a la cabeza es una serie de días sin complicaciones, en los que entrábamos y salíamos de los cuartos de unos y otros, y en la languidez con que la tarde entraba en la noche; y mi montón de viejos libros de bolsillo, con las hojas blandas y combadas, como si alguna vez hubieran pertenecido al mar. Pienso en cómo solía leerlos, tendida boca abajo en la hierba en las tardes cálidas, con el pelo -en aquellos días me lo estaba dejando largo- siempre cayéndome por la cara y entorpeciéndome la visión. Pienso en mi despertar por las mañanas en lo alto del Granero Negro, mientras me llegaban las voces de los alumnos que discutían de poesía o filosofía en el campo. O en los largos inviernos, en los desayunos en las cocinas humeantes, alrededor de la mesa, entre conversaciones sobre Kafka o Picasso llenas de meandros. En el desayuno siempre manteníamos este tipo de debates; nunca con quién había tenido sexo alguien la noche anterior, o por qué Larry y Helen habían dejado de hablarse.
Pero, cuando pienso ahora en todo ello, la imagen de nuestro grupo aquel primer día, hechos una piña delante de la casa, no me resulta tan chocante, después de todo. Porque, en cierto modo, quizá no habíamos dejado atrás nuestro pasado de un modo tan rotundo como imaginábamos.Porque en algún rincón de nuestro interior, una parte de nosotros mismos seguía no sólo asustada ante el mundo que nos rodeaba, sino -por mucho que nos despreciáramos por ello- totalmente incapaz de liberarse de su dependencia de los demás.

Kazuo Ishiguro
Nunca me abandones

03 mayo, 2007

Emil Cioran (3)


Cuando uno ha comprobado que los hombres no pueden ofrecer nada y continúa tratándolos, es como si después de haber liquidado todas las supersticiones, siguiera creyendo en fantasmas. Dios, para obligar a los solitarios a la cobardía, ha creado la sonrisa, anémica y aérea en las vírgenes, concreta e inmediata en las mujeres de mala vida, tierna en los viejos e irresistible en los moribundos. Por otro lado, nada prueba más que los hombres son mortales que la sonrisa, expresión del equívoco desgarrado de lo efímero. Cada vez que sonreímos, ¿no es como un último encuentro, y no es la sonrisa el testamento aromatizado del individuo? La trémula luz del rostro y de los labios, la solemne humedad de los ojos transforman la vida en un puerto, del cual los barcos zarpan a alta mar sin destino, transportando no hombres sino separaciones. ¿Y qué es la vida sino el lugar de las separaciones?
Siempre que me dejo conmover por una sonrisa me alejo con la carga de lo irreparable, ya que nada descubre más atrozmente la ruina que espera al hombre como ese símbolo aparente de felicidad, el cual hace sentir con más crueldad a un corazón deshojado el temblor de lo pasajero de la vida, como el estertor clásico del fin. Y siempre que alguien me sonríe, descifro en su frente luminosa la desgarradora llamada: «¡Acércate, fíjate bien, que yo también soy mortal!». O cuando la negrura de mi noche vela mis ojos, la voz de la sonrisa aletea junto a mis oídos ávidos de lo implacable: «Mírame, es por última vez!».... Y por eso la sonrisa te aparta de la última soledad, y sea cual fuere el interés que tienes por tus compañeros de respiración y de putrefacción, te vuelves hacia ellos para sorberles el secreto, para anegarte en él y para que ellos no sepan, no sepan cuán pesada es su carga de temporalidad, qué mares transportan y a cuántos naufragios nos invita el tormento inconsciente e incurable de su sonrisa, a qué tentaciones de desaparición te someten, abriéndote su alma mientras tú levantas, temblando de aflicción, la lápida de la sonrisa.
Las sonrisas son una carga voluptuosa para el que las reparte y para el que las recibe. Un corazón tocado por la delicadeza difícilmente puede sobrevivir a una sonrisa tierna. De igual forma, hay miradas tras las que uno ya es incapaz de decidir nada.


Emil Cioran
El ocaso del pensamiento