26 diciembre, 2008

Los olvidos insepultos

John Atkinson Grimshaw - Liverpool desde Wapping


Con mi soledad a solas


Amorosamente mi soledad desnuda
me cubre
como sábana de tierna sombra tibia.
Confundidos somos el orbe
donde la palabra impronunciada
construye el diálogo
que el pensamiento escucha.
Su compañía es el regazo
de un amor a oscuras
que, sobre mi piel esperanzada,
inventa la resurrección de los recuerdos.
Junto a sus ojos abro mi conciencia
y leemos los biográficos pasos
que caminan hacia atrás de nuestra historia:
fuegos fatuos, diseños, rostros, ecos,
en inquemante desfile momentáneo
que brota de los olvidos insepultos.

Estoy solo,
con mi soledad a solas,
amoldado a ella
como el vino a los muros de la copa,
y viviendo la íntima galaxia
parpadeante,
de una conversación en las tinieblas.

Elías Nandino

25 diciembre, 2008

Esperando


¿Por qué siempre estás triste?, le pregunté.
No estoy triste.
Sí que lo estás.
No se trata de eso, me dijo. Me dijo que en su opinión la gente vive años y años, pero que en realidad es sólo en una pequeña parte de esos años cuando vive de verdad, y esto es en los años en que consigue hacer aquello para lo que nació. Entonces, en ese momento, es feliz, el resto del tiempo es tiempo que se pasa esperando o recordando. Cuando esperas o recuerdas, me dijo, no estás ni triste ni feliz. Pareces triste, pero se trata únicamente de que estás esperando o recordando. No está triste la gente que espera, ni tampoco la que recuerda. Simplemente, está lejos.
Yo estoy esperando, me dijo

Alessandro Baricco
Esta Historia

22 diciembre, 2008

Como algo sólido

La León (Santiago Otheguy, 2008)

Una bruma blanca, caliente, viscosa, más cegadora que la noche, empañó la salida del sol. Ni se disolvía, ni se movía. Estaba precisamente allí, rodeándonos como algo sólido. A eso de las ocho o nueve de la mañana comenzó a elevarse como se eleva una cortina. Pudimos contemplar la multitud de altísimos árboles, sobre la inmensa y abigarrada selva, con el pequeño sol resplandeciente colgado sobre la maleza. Todo estaba en una calma absoluta, y
después la blanca cortina descendió otra vez, suavemente, como si se deslizara por ranuras engrasadas. Ordené que se arrojara de nuevo la cadena que habíamos comenzado a halar. Y antes de que hubiera acabado de descender, rechinando sordamente, un aullido, un aullido terrible como de infinita desolación, se elevó lentamente en el aire opaco. Cesó poco después. Un clamor lastimero, modulado con una discordancia salvaje, llenó nuestros oídos. Lo inesperado de aquel grito hizo que el cabello se me erizara debajo de la gorra. No sé qué impresión les causó a los demás: a mí me pareció como si la bruma misma hubiera gritado; tan repentinamente y al parecer desde todas partes se había elevado a la vez aquel grito tumultuoso y luctuoso. Culminó con el estallido acelerado de un chillido exorbitante, casi intolerable, que al cesar nos dejó helados en una variedad de actitudes estúpidas, tratando obstinadamente de escuchar el silencio excesivo, casi espantoso, que siguió.

Joseph Conrad
El corazón de las tinieblas

19 diciembre, 2008

Empecemos de nuevo

foto: Marxe
Nada es lo mismo

La lágrima fue dicha...
Olvidemos
el llanto
y empecemos de nuevo,
con paciencia,
observando a las cosas
hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.
¿A qué llorar por el caído
fruto,
por el fracaso
de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?
No es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:
Nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.

Ángel González

14 diciembre, 2008

La forma más perfecta de la palabra

John Sargent Singer - Hombre leyendo

Misión de la Literatura

Todo resuena, apenas se rompe el equilibrio de las cosas. Los árboles y las yerbas son silenciosas; el viento las agita y resuenan. El agua está callada: el aire la mueve, y resuena; las olas mugen: algo las oprime; la cascada se precipita: le falta suelo; el lago hierve: algo lo calienta. Son mudos los metales y las piedras, pero si algo los golpea, resuenan. Así el hombre. Si habla, es que no puede contenerse; si se emociona, canta; si sufre, se lamenta. Todo lo que sale de su boca en forma de sonido se debe a una ruptura de su equilibrio.

La música nos sirve para desplegar los sentimientos comprimidos en nuestro fuero interno. Escogemos los materiales que más fácilmente resuenen y con ellos fabricamos instrumentos sonoros: metal y piedra, bambú y seda, calabazas y arcilla, piel y madera.
El cielo no procede de otro modo. También él escoge aquello que más facilmente resuena: los pájaros en la primavera; el trueno en verano; los insectos en otoño; el viento en invierno. Una tras otra, las cuatro estaciones se persiguen en una cacería que no tiene fin. Y su continuo transcurrir, ¿no es también una prueba de que el equilibrio cósmico se ha roto?

Lo mismo sucede entre los hombres; el más perfecto de los sonidos humanos es la palabra; la literatura, a su vez, es la forma más perfecta de la palabra. Y así, cuando el equilibrio se rompe, el cielo escoge entre los hombres a aquellos que son más sensibles, y los hace resonar.

Han Yu
(título y versión de Octavio Paz)

11 diciembre, 2008

La creación de otra belleza

Frank Hurley - soldado australiano de la caballería liviana
recolectando anémonas cerca de Belah, Palestina. (1918)
Datos de la foto


-La profundidad, escribes, es a menudo fundamentalista. Ha conducido, en nombre de valores fuertes, a la guerra y a la destrucción. No creo sin embargo que la muchedumbre bárbara, inocente, pacifista de los consumidores de videogames sea idónea para exorcizar la violencia; la veo en todo caso desarmada e ingenua y, por lo tanto, fácil presa de las persuasiones colectivas que llevan a la guerra. En tu extraordinaria Apostilla a Homero, Iliada dices -y concuerdo plenamente- que la guerra no se derrota con el abstracto pacifismo, sino con la creación de otra belleza, desligada de aquélla, por más alta que sea, siempre atroz del pasado, como en la Ilíada. No veo, sin embargo, en los consumidores de Matrix a estos constructores de paz...

Claudio Magris dialogando con Alessandro Baricco en ADN.

06 diciembre, 2008

Una pregunta que asoma

El hecho es que uno construye para sí grandes historias, y puede seguir creyéndolas durante años, no importa que sean locas e inverosímiles; se las lleva encima y punto. Se puede incluso ser feliz, por cosas de esta naturaleza. Feliz.
Y esto podría no terminar nunca. Luego, un día ocurre que algo se rompe en el corazón de ese gran artefacto fantástico, tac, sin ninguna razón, se rompe de improviso y tú permaneces allí, sin entender por qué razón toda aquella historia fabulosa ya no la tienes encima, sino delante de ti, como si fuera la locura de otro, y ese otro eres tú. Tac. A veces basta una insignificancia. Aunque sea sólo una pregunta que asoma. Eso es suficiente.

Alessandro Baricco
Océano Mar

Carel Weight - Garden at Spencer Road


Uno si costruisce grandi storie, questo e' il fatto, e puo' andare avanti anni a crederci, non importa quanto pazze sono, e inverosimili, se le porta addosso, e basta.
Si e' anche felici di cose del genere. Felici. E potrebbe non finire mai. Poi, un giorno, succede che si rompe qualcosa, nel cuore del gran marchingegno fantastico, tac, senza nessuna ragione, si rompe d'improvviso e tu rimani li', senza capire come mai tutta quella favolosa storia non ce l'hai piu' addosso, ma davanti, come fosse la follia di un altro, e quell'altro sei tu. Alle volte basta un niente. Anche solo una domanda che affiora. Basta quello.

Alessandro Baricco
Oceano Mare