30 diciembre, 2009

Otra vez el mar

Io - alzo lo sguardo - io alzo lo sguardo -lo sguardo - è lì che alzo lo sguardo e lo vedo – io - lo vedo: il mare. Per la prima volta, dopo giorni e giorni, lo vedo davvero. E sento la sua voce immane e l’odore fortissimo e, dentro, la sua inarrestabile danza, onda infinita.
Tutto sparisce e non rimane che lui, davanti a me, addosso me. Una rivelazione. Sfuma la coltre di dolore e di paura che mi ha preso l’anima, si disfa la rete delle infamie, delle crudeltà, degli orrori che mi hanno rapito gli occhi, si dissolve l’ombra della morte che si è divorata la mia mente, e nella luce improvvisa di una chiarezza imprevedibile io finalmente vedo, e sento, e capisco. Il mare. Sembrava uno spettatore, perfino silenzioso, perfino complice. Sembrava cornice, scenario, fondale. Ora lo guardo e capisco: il mare era tutto. È stato, fin dal primo momento, tutto. Lo vedo ballare intorno a me, sontuoso in una luce di ghiaccio, meraviglioso mostro infinito. C’era lui nelle mani che uccidevano, nei morti che morivano, c’era lui, nella sete e nella fame, nell’agonia c’era lui, nella viltà e nella pazzia, lui era l’odio e la disperazione, era la pietà e la rinuncia, lui è questo sangue e questa carne, lui è questo orrore e questo splendore. Non c’è zattera, non ci sono uomini, non ci sono parole, sentimenti, gesti, niente. Non ci sono colpevoli e innocenti, condannati e salvati. C’è solo il mare. Ogni cosa è diventata mare. Noi abbandonati dalla terra siamo diventati il ventre del mare, e il ventre del mare è noi, e in noi respira e vive. Io lo guardo ballare nel suo mantello splendente per la gioia dei suoi propri occhi invisibili e finalmente so che questa è la sconfitta di nessun uomo, giacché solamente è trionfo del mare…

Alessandro Baricco
Oceano Mare

Marxe - Tormenta descargando en el mar
Mar del Sur, Argentina (enero 2009)

Levanto la mirada... la mirada... es allí que levanto la mirada y lo veo... yo... lo veo: el mar. Por primera vez, después de días y días, lo veo de verdad. Y siento su voz inmensa y su fortísimo olor y, adentro, su imparable danza, ola infinita.
Todo desaparece y no queda sino él, delante de mí, encima de mí. Una revelación. Desvanece la capa de dolor y de miedo que ha aferrado mi alma, se deshace la red de las infamias, de las crueldades, de los horrores que han robado mis ojos, se disuelve la sombra de la muerte que ha devorado mi mente, y en la luz repentina de una claridad imprevisible yo finalmente veo, y siento, y entiendo. El mar. Parecía un espectador, incluso silencioso, cómplice, incluso. Parecía un marco, un escenario, un telón de fondo. Ahora lo miro y entiendo: el mar era todo. Desde el primer momento lo ha sido todo. Lo veo bailar a mi alrededor, suntuoso en una luz de hielo, maravilloso monstruo infinito. Estaba él en las manos que mataban, en los muertos que morían, estaba él en la sed y en el hambre, en la agonía estaba él, en la cobardía y en la locura, él era el odio y la desesperación, era la piedad y la renuncia, él es esta sangre y esta carne, él es este horror y este esplendor. No hay balsa, no hay hombres, no hay palabras, no hay sentimientos, ni gestos, nada. No hay culpables e inocentes, condenados y salvados. Sólo hay mar.
Todas las cosas se han vuelto mar. Nosotros abandonados por la tierra nos hemos vuelto el vientre del mar, y el vientre del mar es nosotros, y en nosotros respira y vive. Yo lo miro mientras baila en su manto reluciente para la alegría de sus propios ojos invisibles y finalmente sé que esta no es la derrota de ningún hombre, ya que sólo es el triunfo del mar

Alessandro Baricco
Océano Mar

27 diciembre, 2009

Feast of Love

Harry (Morgan Freeman), Bradley (Greg Kinnear)
y Diana (Radha Mitchell)


Margaret
: ¿Qué te causó tanto dolor en el corazón?
Bradley: Mis ojos. Los tuve cerrados tanto tiempo que cuando por fin los abrí no estaba preparado para lo que vieron.


Chloe (Alexa Davalos) y Oscar (Toby Hemingway)

Bradley: ¿Qué es lo que te hace sonreir así?
Margaret: Mirar por la ventana hacia afuera, un hombre inusual, un hombre inocente, un hombre de corazón abierto. Alguien que ha dado muchísimo amor, pero que nunca le fue devuelto, no de la manera en que se lo merece.

23 diciembre, 2009

Amor de juventud








Amor de Juventud

El roba rosas
por jardines de su barrio
La siesta es cómplice total
Y siempre hay alguien que lo ve
y ríe sin querer
volviéndose en el tiempo

Ella deshoja
margaritas en su cuarto
Anoche lo trató tan mal
Y siempre vuelve a aparecer
con ese no sé qué
que deja sin aliento

Amor de juventud
Sus brazos por primera vez
Amor de juventud
Un beso y es el infinito
Amor de juventud

Ellas se encuentran
a estudiar desde temprano
No hay quien las pueda separar
Y alguna tarde hay algo más,
una magia sensual
que corre por los cuerpos

El busca formas
de decirle que lo ama
No sabe por dónde empezar
Le lee poemas sin parar
Se quiere asegurar
de que él siente lo mismo

Amor de juventud
Sus brazos por primera vez
Amor de juventud
Un beso y es el infinito
Amor de juventud

Pedro Aznar

19 diciembre, 2009

Wrestling Ernest Hemingway

Wrestling Ernest Hemingway (Recuerdos, 1993 - Randa Haines)


Frank: Bueno...tengo un libro y una botella de whisky.
Creo que me iré al parque a ver cuál de los dos me termino primero.


 

11 diciembre, 2009

El eterno retorno de lo igual

Grullas en un lago (Brandenburgo, Alemania)
(Reuters/Thomas Krumenacker)


Y sin ese repetirse eternamente de todo, de sí mismo a sí mismo,
a cada instante, todo duraría un instante.
Hasta la misma eternidad duraría un instante.

Antonio Porchia

07 diciembre, 2009

Buika - El futuro es un invento malicioso

Concha Buika

¿Y dónde está su padre, entonces?

-Pues no lo sé, porque mi papá murió en el presente. Quiso morir en el presente. Yo no creo en el futuro. Y el pasado es tan extraño y confuso que mitad lo invento; la cabeza funciona de esa manera. Cuando una persona se aleja de ti quiere marcharse de tu presente, no de tus recuerdos ni de la posibilidad de un futuro... Claro el futuro es un invento malicioso y estamos condenados a un presente constante.

-¿Y la esperanza dónde la pone?

-Ese es otro mal invento, porque la esperanza te hace soñar con felicidades futuras, te impide darte cuenta de la caricia del ahora y piensas que es menos de lo que te puede traer la vida. La esperanza es peligrosa si no se la sabe emplear. Un arma de doble filo. La rendición no es siempre propia de cobardes, también es propia de cansados, ¿me entiendes?

-¿Y qué hacemos con la resistencia entonces?

-Ah bueno, pero esa es una condición sin ecuánime del ser humano... Es muy difícil lo del teorizar con el ser, con las esperanzas, porque puedes confundir necesidades con deseos. Por ejemplo, ¿qué conflicto tenemos con la soledad, cuando resulta el lugar desde donde uno se construye? Es vital la soledad y, sin embargo, la tenemos como una gran enemiga. Vemos al desamor como a un monstruo enorme y horrible cuando, en realidad, es el primer paso del amor hacia uno mismo. Hay que tener cuidado con los conceptos aprendidos, porque luego nos convertimos en víctimas abstractas y eso es peligroso, porque nos hace débiles.

Ver el reportaje completo en Revista Ñ.




06 diciembre, 2009

Ni siquiera la lluvia

Sergei Menyayev - Calle de pueblo

En algún lugar al que nunca he viajado,
felizmente más allá de toda experiencia,
tus ojos tienen su silencio:
En tu gesto más frágil hay cosas que me rodean
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca.

Con solo mirarme, me liberas.
Aunque yo me haya cerrado como un puño,
siempre abres, pétalo tras pétalo mi ser,
como la primavera abre con un toque diestro
y misterioso su primera rosa.

O si deseas cerrarme, yo y
mi vida nos cerraremos hermosa, súbitamente,
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo cuidadosa por doquier.

Nada que hayamos de percibir en este mundo iguala
la fuerza de tu intensa fragilidad, cuya textura
me somete con el color de sus campos,
retornando a la muerte y a la eternidad con cada respiro.

Ignoro tu destreza para cerrar y abrir
pero, cierto es que algo me dice
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas…
Nadie, ni siquiera la lluvia tiene manos tan pequeñas.

E.E. Cummings