24 junio, 2010
El hombre con el cosmos
Cuando amanece salgo al jardín para estar cerca de mis árboles, en ese apacible y noblemente callado mundo vegetal, que más me atrae a medida que más atroz se vuelve el universo en que vivimos. Sentado en un cantero, escucho a los centenares de pájaros que alborozados reinician su pequeña existencia, ajenos a las perversidades humanas, inocentes y felices. Es cuando más pienso en esos millones de chiquitos que crecen como pájaros enjaulados, en ese universo de asfalto y cemento, apartados del hermoso misterio de la tierra y sus germinaciones, resistiendo con sus pequeñas magias la presión de este mundo bárbaro, como lo revelan sus poéticas pinturas; hasta que no resisten más y son mediocrizados por la sociedad; y sus visiones poéticas son trivializadas por la imitación de la fotografía y la historieta, por una educación que proscribe la mitología. Así son aplastados y sellados por la cultura standardizada y tecnológica, realizándose en ellos, cada día, en cada criatura, la fatal escisión entre el pensamiento mágico y el pensamiento lógico que esta civilización ha perpetrado mediante la proscripción y hasta la ridiculización de aquel lado enigmático pero fundamental del alma humana quebrando de esa manera la armonía del hombre consigo mismo y del hombre con el cosmos.
Ernesto Sabato
Apologías y Rechazos
¡Felices 99, Troesma!
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