Mon voyage d'hiver (Vincent Dieutre, 2003)
De Tübingen a Weimar, de Dresden a Berlin, cada etapa del itinerario había cubierto la anterior, bajo la urgencia de una helada inminente, de una glaciación general, como si detrás de cada imagen se escondieran a la vez los fantasmas friolentos de mi pasado íntimo (la memoria) y los del inconsciente colectivo (la historia); lo que hace funcionar a esta película es la amenaza de la amnesia, de la desaparición, de este exilio de uno mismo, que ninguna tecnología digital podrá evitar, y que sólo la transmisión y el testimonio amoroso podrán transferir.
Mi viaje, este invierno pasado, habrá sido para desafiar y llevar a término un olvido central, esta inquietud que yo retomo ahora de Celan: tiempo es de que se sepa, tiempo es de que la piedra pueda florecer, de que en la inquietud palpite un corazón. Tiempo es de que sea tiempo. Es tiempo.
Vincent Dieutre
enero 2003
Itvan Kebadian y Vincent Dieutre
Corona
En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.
En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.
Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.
Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.
Es tiempo.
En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.
En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.
Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.
Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.
Es tiempo.
Paul Celan
De "La arena de las urnas" 1948
Versión de José Ángel Valente
Versión de José Ángel Valente
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