Adriana Tasca, Gaspar Casado y Sebastián Casado Tasca
su historia en "Nietos, historias con identidad"
Las derrotas no se pueden medir por las batallas perdidas sino por las propuestas para las generaciones siguientes... El golpe del 76 no derrotó a una generación: la masacró, la expulsó de la Patria, la encarceló y la torturó, y brutalmente pretendió arrancarle no sólo sus proyectos políticos sino sus sueños e ideales: tornarla cínica, despojada de carácter, acomodaticia con las circunstancias, reducida a lo posible. Se le propuso a cada argentino llevar hasta el extremo el individualismo de salvarse solo, el terror de ser dañado no por los represores sino por los amigos que estaban en riesgo, ya que su propio destino podía alcanzar, como onda expansiva, a quienes lo rodeaban. También, a cambio de la moral, se les ofreció un bono para canjear justicia por chatarra comprada por el uno a uno: un ser humano por una videocasetera, la educación por el shopping, un torturado por un viaje a Disney, la vista gorda por unas vacaciones en el Caribe. Esta fue la herencia moral que pretendieron dejar los dictadores de los 70... Por eso los hijos de los 70 nos conmueven: son como una parte de nosotros mismos y nacieron ya atravesados por una experiencia que los hace desplegar lo posible sin renunciar a lo anhelado. Maduros desde chiquitos, obligados a ser responsables desde siempre, atravesados por la Historia, tratando de apropiarse de ella, van a la búsqueda de los sueños de las generaciones anteriores. Y como Sebastián, el "nieto82" recuperado, cuando abraza a sus abuelos y los consuela de tanto tiempo perdido, saben que para ellos el tiempo por delante se tiñe de sabores y olores anhelados, aún sin imágenes ni nombre.
No me hubiera gustado morir en los 90
Los hijos de los 70
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