12 abril, 2012

Una complicidad conquistada




El abrazo, mediante el cual el amor mantiene a los seres unidos el uno al otro contra la soledad, no era al hombre al que proporcionaba su ayuda; era al loco, al monstruo incomparable, preferible a todo, que todo ser es para sí mismo y al que elige en su corazón. Desde que su madre había muerto, May era el único ser para quien él no era Kyo Gisors, sino la más estricta complicidad. «Una complicidad consentida, conquistada, elegida» —pensó, extraordinariamente de acuerdo con la noche, como si su pensamiento ya no estuviese hecho para la luz. «Los hombres no son mis semejantes; son los que me ven y me juzgan; mis semejantes son aquellos que me aman y no me miran; los que me aman contra todo; los que me aman contra la decadencia, contra la bajeza, contra la traición; a mí, y no lo que yo haya hecho o haga; quienes me amen tanto como yo me amo a mí mismo —hasta el suicidio, incluso... Sólo con ella tengo en común este amor, desgarrado o no, como otros, juntos, tienen hijos enfermos y que pueden morir»... Aquello no era, por cierto, la felicidad; era algo primitivo que concordaba con las tinieblas y hacía subir hasta él un calor que acababa en una opresión inmóvil, como de una mejilla contra otra mejilla —la única cosa en él que era fuerte como la muerte.

Andre Malraux
La condición humana

4 comentarios:

Toni Barnils dijo...

Pienso que quien así habla es por que él mismo es capaz de ofrecer lo que espera de los demás. Gracias por el texto.

un abrazo

Marxe dijo...

Supongo que sí, Toni, por eso habla de complicidad. Gracias a vos por la visita.

Iolanda dijo...

Unfortunately I do not understand Spanish, but a student of art history I can not say anything else that these representations Egyptian sculptures are truly fabulous..I love Egyptian art even if very hard!If you should go :) bye

Marxe dijo...

I wish I could Iolanda! May be someday... thanks for the comment.