21 mayo, 2013

Reptiles de marismas


 Egon Schiele - Cuatro árboles (1917)

Así, sin saberlo, heredamos la incapacidad para la tragedia y la predisposición hacia la forma menor del drama: porque en nuestras casas no se acepta la realidad del mal, y esto pospone hasta el infinito cualquier forma de desarrollo trágico, liberando la amplia ola de un drama mesurado y permanente –la marisma en la que hemos crecido. Es un hábitat absurdo, hecho de dolor reprimido y de censuras cotidianas. Pero nosotros no podemos darnos cuenta de lo absurdo que es porque como reptiles de marismas tan sólo conocemos ese mundo, y la marisma es para nosotros la normalidad. Por eso somos capaces de metabolizar increíbles dosis de infelicidad tomándola como el curso obligado de las cosas; no nos alcanza la sospecha de que escondan heridas que hay que curar, ni fracturas que recomponer. 

Alessandro Baricco

Emaús

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