09 agosto, 2015

El próximo embate


 Mark Tipple (2013)

Cuando estaba sola en el mar me iba a algún lugar donde no hubiera gente pero donde se podía hacer pie, esperaba cada ola para tratar de pasarla, hundiéndome hasta el fondo ante cada embestida. Si uno lo hacía a tiempo, era fácil, aunque fuera una ola gigante la que viniera. Podía sentir cómo pasaba el remolino por encima haciéndome vibrar todo el cuerpo, y yo salía del otro lado, el pelo peinado por el agua, empapada la piel de olor a mar. Cada vez que me hundía bajo una ola me acordaba de Él. El mar y Él se parecían. Me dejaban agotada, me hacían olvidar que había matrimonios leyendo noticias de bombas mientras tomaban sol o madres persiguiendo a sus hijos para que se pusieran Sapolán. Y nadie podía decirme basta, Andrea, ya es suficiente. Me levantaba tambaleante y esperaba el próximo embate. Esa fuerza poderosa. Me reía. Los ojos ardiendo por la sal, la nariz chorreando agua. Cada célula del cuerpo vibrando de excitación. No sé por qué sentía que lo que me pasaba en el mar era algo que no le podía contar  a nadie.

Alejandra Laurencich
Las olas del mundo

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