Edvard Diriks - Parque con dos hombes con sombrero de copa (1880)
El paseo es la forma más ilusa, más irreal y fantasiosa de la marcha. Pasear es levitar. Los paseantes no tocan el suelo. Se elevan, pero no vuelan: sobrevuelan, planean. La digresión, los meandros de la cabeza son el dibujo de sus pasos. Y si bien la realidad –La convención- puede elegir bellos paisajes, cuadros vivos para convocar, sugerir, invocar el paseo, el paisaje del paseante es ante todo un paisaje interior. Un paisaje hecho de visiones. Un paisaje lleno de visiones.
Edgardo Scott
Caminantes
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