Winslow Homer - Boys in a pasture (1874)
Cuando yo era más joven, a los diez, rogaba ante el crucifijo por el amor de mi Ernie Malo, un chiquillo de la escuela parroquial, hijo de un juez, al que porque era como mi hermano muerto Gerard amaba con un amor tan sublime -mezclado con la extrañeza de la infancia: por ejemplo, rezaba ante la foto de mi hermano Gerard, que murió a los nueve años cuando yo tenía cuatro, para asegurarme la amistad, el respeto y la gracia de Ernie Malo- quería que el pequeño Ernie simplemente me diera la mano y me dijera: "¡Ti Jean, eres bueno!" Y -"¡Ti Jean, siempre seremos amigos, cuando terminemos los estudios iremos a Africa a cazar juntos, ¿eh?" Yo le encontraba tan hermoso como la octava maravilla del mundo porque sus mejillas sonrosadas y dientes blancos y ojos de mujer soñando, o quizás de ángel, mordieron mi corazón; los niños se aman unos a otros como amantes, en el transcurso de nuestra vida de adultos no nos fijamos en sus pequeños dramas.
Jack Kerouac
Maggie Cassidy
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