Joaquín Sorolla - La última copla
Uno puede acostumbrarse a las persecuciones, a las matanzas, a los desastres naturales; el hombre es como un árbol y en cada uno de sus inviernos va engendrando la primavera que le traerá nuevas hojas y nuevo vigor. El corazón del hombre es un mecanismo de precisión, provisto de unas pocas piezas esenciales, que resisten al frío, al hambre, a la injusticia, a las crueldades, a la traición, pero el destino puede herir ese corazón como el niño cuando toca las alas de la mariposa. El corazón sale de esos trances latiendo cansadamente; a partir de ese momento el hombre se hará más bueno quizás, más fuerte, más decidido y consciente en su trabajo, pero no volverá a hallar en su espíritu aquella plenitud que rozaba la felicidad.
Vasco Pratolini
Crónica de mi familia
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