Pío Collivadino - La hora del almuerzo (1903)
Comprendió que los días en la fábrica eran tan largos, tan enteramente consistentes de un solo acto realizado una y otra vez, que esta terminaba por convertirse en un mundo dentro del mundo, y quienes estaban en ese mundo, todos los trabajadores de la fábrica, vivían primordialmente allí, y realizaban breves visitas al otro mundo, donde comían, descansaban y se preparaban para volver de nuevo a este. Los hombres de la fábrica habían renunciado a su ciudadanía; habían emigrado a Nueva York desde el condado de Kerry. Sus vidas anteriores eran sueños que tenían todas las noches, y de los que despertaban por las mañanas en la fábrica.
Michael Cunningham
El libro de los días
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