10 marzo, 2006

Sudestadas

Mar del Sur, 1956



A ver
a ver si aclara hablé de vos de mis ansias
El día que nació en tu boca
de un nuevo temporal que estalla
Afuera mis entrañas
Adentro sigue en calma
Trataba de explicar
que ya no hay vuelta atrás
Hablé
hablé de todo

Gustavo Cerati


Atlántico,1956. Mis tíos segundos mirando el mar agitado de una fuerte sudestada.
Las sudestadas me remiten de pleno a la costa, a las playas de Mar del Sur donde pasé los veranos de mi infancia, rodeado de familia. Ahora ha cambiado el clima mucho, pero en ese entonces podían durar una semana entera o más y había que inventar juegos con los cuales entretenerse.
El agua revuelta, levantando sedimentos, rompiendo la costa, moviendo dunas, saltando sobre las rocas. El mar encabritado, poderoso, inclemente, y nadie con la fuerza para detenerlo. El mar buscándose a sí mismo, renovándose, resurgiendo.
Días después, unos claros rayos de sol abriendo las nubes, partiendo en dos el cielo y trayendo la calma...
Como las sudestadas del mar, también el alma a veces se agita y estalla, remueve todo el interior, pregunta, se crispa. Y sólo el tiempo trae la luz y la calma.
Las sudestadas del alma quizás sean más bravas.



Viene el olor a otra sudestada,
trae el olor a leche cortada:
se intuye un sol naciente, incipiente,
detrás del nubarrón ni se siente...
Drena como una bruma infectada,
trae explicaciones lacrimógenas,
nadie puede creer,
¡Doy fe!
Si una estrella nos guía, no se ve,
no se ve, no se ve...
Veo en un temblor de cara paralización y rabia;
trae el viento otras voces-las oís:
es una sinfonía de raíz.
Como un trueno ronco, ancestral,
del centro mismo de la tribu,
todos juntos, en una inmensa soledad.
Un abrazo tuyo no vendría nada mal.
Remolinos de semillas, buscando tierra para florecer.
Y yo te ofrendo esta bronca
pa´ que la lleves al mar,
pa´ que no lloren los míos.
Rodillas en la ciudad.
Y yo te pido esa fuerza,
toda tu cruel decisión,
pa´ que este sueño partido
despierte revolución.
Estabas ahí, parada en el cordón,
con la cabeza gacha,como pidiendo perdón.
Al otro día estabas
en el umbral, por el olor sabía
que estaba todo mal.
Miré con odio al cielo y pronto blasfemé,
porque lo que traías era todo nuestro descarte;
nuestras pestes, plástico,
hedionda polución.
Miseria.
Abortos de millones de corazones
hechos mierda.
Mientras más subías
me dio por escapar;
me fui para el techo,
no quedaba otro lugar.
Flameaba mi bandera,
blanca y celeste,
ya sin paz... ni cielo.
El paraíso se hizo peste.
Todo lo que tirás al río, vuelve
la pólvora mojada de otro temporal.
Para nada sirve el sol,
no va a evaporizar.
Millones de litros de lágrimas.
Remolinos de semillas, buscando tierra
para florecer.
Y yo te ofrendo esta bronca
pa´ que la lleves al mar,
pa´ que no lloren los míos.
Rodillas en la ciudad.
Y yo te pido esa fuerza,
toda tu cruel decisión,
pa´ que este sueño perdido
despierte revolución.
Y yo te ofrendo esta bronca
pa´ que la lleves al mar,
pa´ que no lloren los míos.
Rendidos en la ciudad.
Otra sudestada...

Bersuit Vergarabat

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