05 abril, 2009

Los maestros

Jan van Eyck - San Jerónimo en su estudio (c.1435)

Fragmento de Encuentro con un rebelde apacible, reportaje a Michel Onfray en el suplemento Clarín Cultura 9 de mayo de 1999:

Michel Onfray: El profesor de filosofía no me entusiasmó, pero el cuestionamiento filosófico fue una verdadera revelación. Pensé: Es mi mundo, es mi vida, debo seguir en eso, e hice la trayectoria que ya conocen... pero siguen gustándome los trenes y la biología.

Michel Zlotowski: Y los libros respondían a todas sus preguntas. ¿No le faltaron maestros?

Michel Onfray: Con mis padres, las cosas no habían funcionado demasiado bien. Me mandaron cuatro años al orfanato, tres años a un pensionado. Viví en un mundo en el que había que trabajar y el afecto no existía. No es así como se encuentran los maestros. Tampoco soy de los que aman a los maestros. Tuve varias posibilidades. Primero, conocí en el mercado de Argentan a dos señoras que vendían libros usados. Gracias a ellas leí durante el secundario a Nietzsche, Marx y Freud. Me gustó Nietzsche por malas razones, por su misoginia y su anticristianismo virulento. Me gustó Marx porque era una alternativa filosófica al capitalismo. Me gustó Freud porque respondía a las preguntas de mi pubertad. Necesitaba un maestro que me dejara lo suficientemente libre como para poder desprenderme de él y que ésa fuera mi manera de aceptar su saber.

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