Reportaje a Javier Marías.
por Xavi Ayén
Ya en 1985 decía que no hay que depositar grandes esperanzas en los gobiernos.
Tener entusiasmo por un gobierno viene a ser una ingenuidad o producto de la desesperación. En otro artículo propongo que haya la posibilidad en las elecciones de también votar en contra de un partido, y que, en el recuento, se le resten los votos negativos a cada formación. Sería lo más adecuado y lo más justo.
Se ocupa de describir la atmósfera de los años 80. ¿Qué hemos heredado de esa época?
Yo la llamo la edad del recreo. El valor básico era hacerse guapo, para lo cual a veces hay que ser rico. Se dio un proceso de infantilización de la sociedad que se ha coronado ahora. Ha ido a más la ausencia de responsabilidad por parte de todo el mundo ante cualquier cosa. La gente reclama su libertad de moverse, hacer, decir, iniciar negocios, irse a sitios peligrosos y cuando les sucede algo, dicen: que el Estado me lo arregle. Pero el Estado somos los demás. Nadie asume sus actos, nadie se responsabiliza de nada.
¿Por qué critica ciertos aspectos de la solidaridad?
Critico sus trampas. Aquí debajo de mi casa hay varios señores tumbados en el suelo a los que ningún transeúnte echa una mano. Nuestros pobres son concretos, sucios y desagradables, no los tocamos porque podrían transmitirnos su desesperación, pero, eso sí, efectuamos donaciones a Haití. No es muy simpático decirlo, pero me produce un efecto contraproducente ver cómo todos los famosos del mundo se vuelcan en Haití, y empiezan a donar dinero de manera ostentosa. Tengo la sensación de que estas solidaridades son mecánicas. Me suena a falsedad, a medalla que se pone la gente.
El trabajo y sus efectos negativos es otro de sus temas...
Hablo con mis amistades de toda España, y todos están igual, tengan el trabajo que tengan o cobren mucho o poco: no paran, no tienen tiempo de nada, trabajan sin cesar y cada vez les cunde menos. Amplían sus jornadas no para ganar más sino para dar abasto al trabajo diario. Apenas tienen ocio y están permanentemente agotadas, medio enfermas o desquiciadas. Es el gran mal de nuestros días. Las personas que están hoy a sueldo se desloman como no se había visto en los últimos 40 años. Es la opresión más grande que vive la gente corriente.
¿Sigue sin e-mail ni celular?
Sí. Me niego a utilizar celular, tengo uno sólo para los viajes, pero el número lo tienen mis hermanos y tres personas más. Me parece una forma de esclavismo: estar localizable permanentemente, que no haya ratos de silencio, en los que nadie sepa dónde estás. La prueba de que el móvil es una herramienta de esclavización es que las empresas se los ponen a sus empleados.
ver nota completa en Revista Ñ.
3 comentarios:
Cuantas verdades todas juntas!!!
Lo de Haití siempre lo pensé: cuando hay una gran tragedia en otros países se hacen los solidarios... ¿Y los miles de pibes que se mueren de hambre TODOS LOS DÍAS en nuestro país?
Lo del estado también, hay cosas que son responsabilidad nuestra.
Sí, me gustó la nota porque tiraunos pocos conceptos con los que coincido en forma bastante clara.
Tambien a mi me llamo la atencion este articulo. Senti que expresaba en voz alta y por escrito cosas que tal vez no me hubiera animado a decir nunca.
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