H.M. Saffer - Abedules en otoño
Una familia de árboles
Los encuentro después de atravesar una llanura quemada por el sol. A causa del ruido, se apartan del camino. Habitan los campos incultos, cerca de una fuente que sólo los pájaros conocen.
De lejos, parecen impenetrables. Cuando me acerco, sus troncos se separan. Me acogen con prudencia; puedo descansar y refrescarme, pero adivino que me observan y desconfían.
Viven en familia, los más viejos en el centro, y los pequeños, cuyas hojas acaban de brotar, aquí y allá, sin apartarse jamás.
Mueren lentamente y conservan a sus muertos de pie, hasta que se deshacen en polvo.
Se acarician con sus largas ramas, como los ciegos, para asegurarse de que todos están allí. Gesticulan coléricos si el viento se empeña en arrancarlos. Pero entre ellos no hay disputa. Sólo murmuran de acuerdo.
Comprendo que ellos deben ser mi verdadera familia. Pronto olvidaré la otra. Estos árboles acabarán por adoptarme. Y para merecerlo aprendo lo que hace falta saber:
Ya sé mirar las nubes que pasan. Sé quedarme en mi sitio.
Y sé casi callarme.
Jules Renard
Los encuentro después de atravesar una llanura quemada por el sol. A causa del ruido, se apartan del camino. Habitan los campos incultos, cerca de una fuente que sólo los pájaros conocen.
De lejos, parecen impenetrables. Cuando me acerco, sus troncos se separan. Me acogen con prudencia; puedo descansar y refrescarme, pero adivino que me observan y desconfían.
Viven en familia, los más viejos en el centro, y los pequeños, cuyas hojas acaban de brotar, aquí y allá, sin apartarse jamás.
Mueren lentamente y conservan a sus muertos de pie, hasta que se deshacen en polvo.
Se acarician con sus largas ramas, como los ciegos, para asegurarse de que todos están allí. Gesticulan coléricos si el viento se empeña en arrancarlos. Pero entre ellos no hay disputa. Sólo murmuran de acuerdo.
Comprendo que ellos deben ser mi verdadera familia. Pronto olvidaré la otra. Estos árboles acabarán por adoptarme. Y para merecerlo aprendo lo que hace falta saber:
Ya sé mirar las nubes que pasan. Sé quedarme en mi sitio.
Y sé casi callarme.
Jules Renard
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