Olaf Heine
De repente se dio cuenta de lo que tal vez ya supiera, pero hasta entonces no había querido nunca creer. Como quien lleva tiempo advirtiendo los síntomas inconfundibles de un mal horrendo, pero se empeña en interpretarlos de modo que pueda continuar su vida como antes. Ahora bien, llega un momento en que, por la violencia del dolor, se rinde y la verdad se le aparece delante, nítida y atroz, y entonces toda la vida cambia repentinamente y las cosas más queridas se alejan y se vuelven extrañas, vacuas y repulsivas. En vano busca el hombre en derredor algo a lo que aferrarse para abrigar esperanzas: está completamente desarmado y solo, nada existe, aparte de la enfermedad que lo devora; en eso estriba, si acaso, su única escapatoria: lograr liberarse o soportarla al menos, mantenerla a raya, resistir hasta que la infección, con el tiempo, consume su furia. Pero desde el instante de la revelación se siente arrastrar hacia una obscuridad nunca imaginada, salvo por los otros, y de hora en hora se va desplomando.
Dino Buzzati
Un amor
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