Saul Leiter
—Antes de salir de Belsito, aquel día, mientras pasaba por el largo pasillo, con todas aquellas puertas cerradas, pensé que en algún lugar, en aquella casa, estaba usted. Me hubiera gustado verla. No habría tenido nada que decirle, pero me hubiera gustado ver de nuevo su rostro, tantos años después, y por última vez. Pensaba en eso precisamente mientras caminaba por allí, por el pasillo. Y sucedió algo curioso. En cierto momento, una de aquellas puertas se abrió. Por un instante, tuve la certeza absoluta de que usted saldría por allí, y que pasaría junto a mí, sin decir ni una palabra.
El hombre sacudió ligeramente la cabeza.
—Pero no sucedió nada, porque a la vida siempre le falta alguna cosa para ser perfecta.
Alessandro Baricco
Sin sangre
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