08 febrero, 2014
Braceros
Y sólo Dios sabe lo que pienso, pero mis pensamientos cambian de golpe ante la nueva visión, Coyote, y el principio de las hermosas plantaciones frutales, los huertos de ciruelo, los campos de frutillas y los otros campos, los vastos campos sobre los que se inclinan, envueltas en niebla, las figuras sumisas de los braceros mexicanos que extraen con su trabajo de la tierra aquello que América, con sus salarios de hierro, no considera ya una actividad realizable, pero que consume, come y sigue comiendo. Los brazos de acero de México harán la tarea por nosotros; los hombres del tren de carga ni siquiera sospechan el ánimo de ellos, su sudor, la suavidad con la que trabajan la tierra.
Jack Kerouac
Viajero solitario
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