Richard Widmark en Night and the city (1950)
El héroe del cine negro muere sin conseguir lo que busca. Si extendemos un poco este concepto, todos estamos condenados a no conseguir en esta sociedad lo que buscamos. Son muy pocos los que lo consiguen, porque esa es, precisamente, la esencia de esta sociedad. Y el resto somos todos perdedores, todos héroes del cine negro. Usted también es un héroe del cine negro. Ganadores hay muy pocos. Y esos son los dueños del poder. El héroe del cine negro expresa la angustia existencial de quien busca algo que lo arranque de la pobreza, la miseria, el frío de la muerte. Porque el frío de la muerte es, en última instancia, la soledad, el abandono, es la falta de amor, la falta de poder. Es el cadáver de Harry Fabian arrojado al río como si fuera una bolsa de basura.
José Pablo Feinmann
Siempre nos quedará París
4 comentarios:
Eliminé el anterior para redactarlo mejor. Decía que en su debut cinematográfico, "El beso de la muerte" (1947), Widmark hace de Tony o Tommy Udo, un sicario bien de novela negra que, entre otras lindezas, revolea escaleras abajo a una paralítica, debidamente atada a su silla de ruedas. Y ríe, con carcajada siniestra y mítica, muchas veces referida por los cinéfilos como arquetípica de los malvados que disfrutan realizando su cometido específico.
Ya sé: la edad me ha vuelto casi tan malvado como los personajes moralmente detestables que solía encarnar Widmark de manera magistral.
Abrazo.
Widmark es de esos actores que de chico vi en cientos de películas y nunca recuerdos los títulos. Quizás porque era raro verlo como figura principal, por lo general haciendo de milico de alguna clase. Una generación que ya se fue.
En «Cine de Súper Acción» y en «El mundo del espectáculo», allá a fines de los sesenta hasta mediados/fines de los setenta, y por ahí algunos años más, programaban películas y alguna serie norteamericana en las que el tipo aparecía siempre: sicario, mercenario, sargento instructor, oficial nazi, matón, cuñado tránsfuga, pata 'e lana, secuestrador de niños, cowboy sanguinario, guardaespaldas, y siguen los amables roles secundarios para don Richard. Era de esos actores especialistas en roles secundarios que hacen de pegamento de los elementos principales de la película. Creo que hasta aparece entre "Los siete magníficos", la remake de "Los siete samurais" ambientada en el Far-West (y la de Akira era, a su vez, una adaptación de "Los siete contra Tebas" transpuesta con mucha precisión al ambiente social del Japón del siglo XIII).
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