Oswaldo Guayasamín - Madre y Niño (1982)
Aquellos sábados recorríamos los pasillos hasta que, una tras otra, las tiendas iban bajando las persianas de acero. Luego echábamos a andar calle abajo hasta la parada del autobús, los dos con el aliento flotando sobre nuestras cabezas, y tú con el maquillaje que se te secaba en la cara. Las manos vacías, salvo las manos del otro.
Ocean Vuong
En la Tierra somos fugazmente grandiosos
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