06 agosto, 2007

Océano Mar (9)

Posa la penna, piega il foglio, lo infila in una busta. Si alza, prende dal suo baule una scatola di mogano, solleva il coperchio, ci lascia cadere dentro la lettera, aperta e senza indirizzo. Nella scatola ci sono centinaia di buste uguali. Aperte e senza indirizzo. Ha 38 anni, Bartleboom. Lui pensa che da qualche parte, nel mondo, incontrerà un giorno una donna che, da sempre, è la sua donna. Ogni tanto si rammarica che il destino si ostini a farlo attendere con tanta indelicata tenacia, ma col tempo ha imparato a considerare la cosa con grande serenità. Quasi ogni giorno, ormai da anni, prende la penna in mano e scrive. Non ha nomi e non ha indirizzi da mettere sulle buste: ma ha una vita da raccontare. E a chi, se non a lei? Lui pensa che quando si incontreranno sarà bello posarle sul grembo una scatola di mogano piena di lettere e dirle -Ti aspettavo. Lei aprirà la scatola e lentamente, quando vorrà, leggerà le lettere una ad una e risalendo un chilometrico filo di inchiostro blu si prenderà gli anni -i giorni, gli istanti- che quell'uomo, prima ancora di conoscerla, già le aveva regalato. O forse, più semplicemente, capovolgerà la scatola e attonita davanti a quella buffa nevicata di lettere sorriderà dicendo a quell'uomo
-Tu sei matto.
E per sempre lo amerà.


Alessandro Baricco
Oceano Mare

Egon Schiele - Abrazo (Amantes II)


Depone la pluma, dobla la hoja, la introduce en un sobre. Se levanta, saca de su baúl una caja de caoba, levanta la tapa y deja caer adentro la carta, abierta y sin dirección. En la caja hay centenares de sobres iguales. Abiertos y sin dirección. Tiene 38 años, Bartleboom. Él piensa que en algún lugar del mundo encontrará un día a una mujer que, desde siempre, es su mujer. De vez en cuando deplora que el destino se empeñe en hacerlo esperar con tan indelicada obstinación, pero con el tiempo ha aprendido a considerar la cosa muy serenamente. Casi todos los días, desde hace años, coge la pluma y le escribe. No tiene nombres y no tiene direcciones para poner en los sobres: pero tiene una vida para contar. ¿Ya quién si no a ella? Él piensa que el día que se encuentren será maravilloso depositar en su regazo una caja de caoba llena de cartas y decirle -Te esperaba. Ella abrirá la caja y lentamente, cuando lo desee, leerá las cartas una por una, y subiendo por un kilométrico hilo de tinta azul tomará los años -los días, los momentos- que ese hombre le había regalado aún antes de conocerla. O quizá, más simplemente, volteará la caja y asombrada ante esa curiosa nevada de cartas sonreirá diciendo a ese hombre
-Estás loco.
Y por siempre lo amará.


Alessandro Baricco
Océano Mar

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