Javier, en cambio, no sintió el menor cuestionamiento hacia su propia vida al oirle contar a Manú sus inverosímiles peripecias euroasiáticas. Ni siquiera se le ocurrió pensar que la impaciencia y brusquedad de Daniela tenían algo que ver con la comparación entre Manú y él, por la sencilla razón de que las cosas entre Manú y él habían sido así siempre, y ella lo sabía (ella quizás había sido la primera en descubrirlo). Es decir: que no eran amigos por ese supuesto parecido debajo de las apariencias (del que los dos tenían cierta idea pero jamás hacían manifiesto), sino precisamente por esas disímiles apariencias que los hacían parecer tan incompatibles. Eran amigos, en suma, porque sabían algo que nadie más sabía de ellos, y también porque no necesitaban ni querían saber nada más sobre el tema.
Juan Forn
El borde peligroso de las cosas
en Nadar de noche
2 comentarios:
Quizá sea este el secreto de todas las relaciones.. aceptar las diferencias y listo.. sin tanto rótulo ni vueltas al tema..
Sí, yo creo que cuando dos personas hacen "conexión" es difícil e innecesario explicar cómo y por qué. Simplemente pasa.
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