09 febrero, 2012

Estrategias

 Ragnar Axelsson

A la noche, cuando se sentaba frente a la comida que preparaba Raquel Vega, hablaba. Un jueves de guiso espeso, tragó un sorbo de vino y me preguntó:
    Decime, ¿cómo te parece que debe ser una planta que resista el fuego?
    Yo pelaba una manzana. Seguí con el cuchillo como si no hubiera escuchado.
    -¿Cómo resistir el fuego? ¿Qué fuego?
    -Cualquier fuego. Un incendio, por ejemplo.
    Lo primero que se me ocurrió fue algo relacionado con las raíces. Mi razonamiento no se alejó de lo elemental: si bajo tierra pudiera mantenerse la vida, podría recuperarse la parte afectada una vez que las condiciones externas mejoraran. En ese momento, no me fue fácil expresar esta idea. Él me escuchaba con la cuchara en la mano. Del guiso que tenía servido, subía un vapor que se perdía enseguida. Cuando terminé de hablar negó con la cabeza. Me dijo:
    -O sea que resistir siempre implica resignar una parte.
    -Claro –respondí.

Jorge Consiglio
Pequeñas intenciones

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hay incendios que despues de apagados rebrotan fuego de las raices de los arboles quemados que continuaron prendidas fuego debajo de la tierra.

Marxe dijo...

jodido fuego...