05 agosto, 2008

El sabio es un testigo, no un profesor


Gustave Caillebotte - Homme portant une blouse


La Verdadera Sabiduría


Filosofía, lo escuchamos cuando ocupábamos un banco en la escuela, quiere decir “amor a la sabiduría”, o sea que lo valioso no es tal o cual filosofía sino aquello de lo que ella está enamorada, aquello que enamora al pensamiento: la sabiduría.
Etimológicamente, sabiduría viene de la palabra latina sapere, de la cual derivan dos palabras: saber y sabor, dos palabras que indican lo mismo: un saber que sabe, gustándole, de qué se trata la vida.
Un saber que come el fruto de la vida, no un saber teórico sobre la vida. Si la filosofía es la transmisión de lo pensado, la historia del pensamiento, la sabiduría es el testimonio de lo experimentado, la experiencia de la vida misma, de su gusto.
Sabio no es quien pensó la vida sino quien dejó que la vida le diga lo que ella misma aprendió viviéndolo a él, quien dejó que la vida le entregue su sabor: le revele su sentido. No el sentido que él le da a la vida sino el sentido que la vida misma es: su darse, su entregarse.
En general el hombre sabio no dice su sabiduría: la muestra. Le encarna vida, una vida que, por eso mismo, irradia sentido, se muestra sabia. El sabio es un testigo, no un profesor. Lo suyo no es impartir un conocimiento sino testimoniar una experiencia y por eso, porque en sus palabras está involucrada y manifestada su vida, más que profesor es “maestro". Enseña lo que vive, no lo que sabe, o, en todo caso, sabe viviendo, testimoniando la vida.
El testigo de la vida, el sabio, da testimonio, no ejemplo. El ejemplo siempre implica un "piensa como pienso yo”, un “imítame a mí, en cambio en el testimonio el valor se pone en lo experimentado, en la vida, no en quién la experimenta. El testigo se borra para que aparezca lo testimoniado, para que aparezca en aquel que recibe el testimonio. Quien da testimonio da, quien se pone como ejemplo, por el contrario, busca atraer, retener, no dar.
La vida da, siempre y a todos, la posibilidad de experimentar un nacimiento y una muerte, un tiempo de desamparo y un tiempo de cobijo, el peso de un error y la libertad de un perdón, da la soledad y da el amor .. La vida da a todos, y siempre, su decirse, su manifestarse: su experiencia.
Sabio no se es de una vez para siempre, sabio es el sostenimiento de una relación con la vida, es una escucha a la vida, a su decirse, su rebelarse, su contamos en lo que nosotros vive y vivió. El sabio sabe, va sabiendo y respondiendo, a eso que da la vida: la propia vida de quien la vive. Su unicidad, su singularidad, no es cuantitativa, no es singular por ser una sino por ser irrepetible, por ser original. Por ser ese don de ella que somos cada uno de nosotros, eso que respondiendo vamos siendo, vamos viviendo.
Quizá haya una sola condición para devenir sabio, para encarnar la vida conscientemente, vitalmente: hacerse vulnerable a ella, exponerse a lo que nos trae, padecer lo que nos ofrece: dejarnos tocar.
Permanecer cercano a su temblor inicial, a la vida antes, de separarse de ella misma, antes de transformarse en nuestro plan, en nuestro proyecto, en eso que suele ser mero interés o usufructo, eso que más que vivir es funcionar.
EI “vivir" del "funcionar”, el sentido del sin sentido, están separados apenas por un paso: el paso apurado, el de la rapidez, el que nos saca de la vida, el que no lo marca el latido sino el reloj.
Por esto, tal vez, hay tan pocos sabios, por esto, tal vez, corremos tanto, giramos, sin saber detrás de qué.

Hugo Mujica

Revista Viva - Clarín - 3 de Mayo de 2003

5 comentarios:

Loli dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marxe dijo...

¿Por qué lo borraste? :(

Loli dijo...

Lo pego Marce. Pero me parecía que estaba un poco "off subject". Era esto:

Creo que está muy bueno el artículo sobre todo en estos tiempos donde se habla tanto de "funcional" o "disfuncional", donde parecería que hay que encajar, ser convencional.
En lo personal busco siempre un equilibrio justamente porque la mitad del tiempo estoy en uno de los dos extremos. Creo desde el fondo de mi alma que la enseñanza debe ser un proceso bilateral, en equipo, que el maestro no imparte conocimientos pasivamente si no que en todo caso ayuda al que aprende a activar y poner en marcha conocimientos que ya poseía desde antes de entrar a la clase, generando de este modo recursos o herramientas para adquirir nuevos contenidos. Creo que aquellos estudiantes que buscan constantemente nuevas cosas y que desafían los pocos conocimientos que uno pueda tener, son los más estimulantes. El proceso de enseñanza aprendizaje se transforma en una búsqueda conjunta de conocimientos donde tanto el alumno como el maestro se enriquecen constantemente. El aprendizaje es mutuo, tanto del que estudia una segunda lengua como del que la transmite cobrando cada vez mayor conciencia de lo orgánica y “móvil” –por decirlo de algún modo- que puede llegar a ser esta.

Perdón si me fui por las ramas. Me encantó el texto que pusiste.

Veroka dijo...

me encanta esto , me gusta mucho Mujica, la manera tan clara de expresar lo que piensa. gracias

Marxe dijo...

Por na, este texto me pareció particularmente claro.