25 septiembre, 2007

Sacerdote soberbio

Sandor Marai en Budapest

Sí, Endre había envejecido durante los últimos tres o cuatro años. Todo lo que era pesado y grave en su carácter y en su naturaleza -esa resistencia oculta contra el mundo que no permitía que la gente se le acercara, su actitud de sacerdote soberbio, su manía de observar a la gente sin decir palabra y que lo caracterizaba desde joven, le impedía prácticamente el contacto con los desconocidos. No actuaba como un misántropo, pero la gente se sentía incómoda a su lado. Era como si supiera algo del mundo, algo que estuviera contra la ley, y conservara ese conocimiento para sí mismo. Hasta su bondad era pesada, tímida y torpe.
Endre miraba a Lajos como alguien que lo sabe todo, como alguien que no quiere juzgar, ni tampoco perdonar. El «pues, Lajos» con el que lo había saludado, después de veinte años, no había sido ni condescendiente ni vanidoso ni severo, pero me di cuenta de que Lajos se volvía inseguro tras aquellas palabras; que miraba a su alrededor, nervioso; que hablaba más deprisa; que se limpiaba el sudor de la frente con un pañuelo. Creo que hablaron de política o de la cosecha. Endre se encogió de hombros, como si ya hubiese visto y oído lo suficiente, se sentó en el banco de piedra y juntó las manos sobre la barriga, con un gesto característico de las personas mayores. Durante el resto del día no le dijo nada más a Lajos, hasta bien entrada la tarde, hasta el momento en que se puso a redactar el documento en el que yo autorizaba a Lajos a vender la casa.

Sandor Marai
La herencia de Eszther

1 comentario:

Loli dijo...

Me encanta Marai. Aunque dos de los últimos libros que empecé de el me quedaron sin terminar, los primeros me los devoré.

El árticulo está bueno. Al final no pude poner la url con el título como pensé. Probé varias veces pero fracasé y tuve que dejar el enlace directamente.

Saludos